jueves, 15 de enero de 2015

Repaso. El bodegón en el arte contemporáneo.

El bodegón en el arte contemporáneo
Edouard_Manet_004En el Impresionismo, Manet y Renoir se muestran como dos magníficos bodegonistas en cuadros de temática más amplia. Así por ejemplo, a Manet le agradaba mucho pintar bodegones, y a menudo los integra en telas de otros géneros. Sobre todo flores, pero también objetos. Llega a definirlos como “la piedra angular de la pintura. Un buen pintor se reconoce por su capacidad para expresar la simplicidad de un fruto”.

Heredero de los valores del Impresionismo es el Postimpresionismo, con artistas para quienes el bodegón constituye una parte importante de su producción, caso de Cézanne y Van Gogh.
Muy apropiados a su lenguaje formal, Cézanne decide introducir en sus temas los bodegones, que son estables, tienen una forma definida, un volumen, y además se puede hacer la composición que se desee, modificándola como uno quiere. En sus bodegones, el pintor francés decide aplicar el volumen de la esfera, y también el del cilindro y el del cono. Frutas de formas redondeadas, jarros y botellas cilíndricas, y copas cónicas, constituyen el repertorio básico de sus naturalezas muertas. En otras ocasiones aparecen también jarras, ollas y platos, y muchas veces un solemne mantel blanco, que da a los cuadros un cierto acento barroco, al estilo de los bodegonistas holandeses. En los frutos es donde mejor logra configurar los volúmenes, valiéndose de una refinada combinación de colores. Son bodegones desordenados con la intención de evitar cualquier sensación de artificio, pues no trata de producir una ilusión perfecta.
Still Life with Commode Paul Cezanne

Por su parte, el holandés Vincent Van Gogh pintó varios bodegones que en la mayoría de las ocasiones se convierten en fiel reflejo y testimonio de sus sentimientos y estado de ánimo. Es el caso de sus lienzos de girasoles, destinados a la decoración de la habitación de Gauguin en la casa amarilla de Arlés. Destaca la individualización que hace el artista de cada una de las flores, recuerdo de la pintura japonesa. Las flores están trazadas con meticulosa precisión; sin embargo la pastosa aplicación del color, la caótica disposición de las hojas, la fuerza luminosa que surge de su interior ante el fondo azul celeste dotan al cuadro de un significado que va mucho más allá de la simple reproducción de unas flores. Estos girasoles encarnan la imaginación del artista, su identificación con ellos, y son el exponente de esa profunda fuerza expresiva que parecen haberle sugerido. Por su parte, la Silla de Vincent se convierte en emblema de lo sencillo y lo natural, así como en metáfora de la profunda soledad que experimenta el pintor.
El bodegón es también uno de los temas más frecuentes de los pintores cubistas. Picasso, Braque o Juan Gris recurren a este género con frecuencia, representando los objetos de forma fragmentada y, en ocasiones, empleando otros materiales además de los pigmentos, como hojas de periódicos o papeles de colores, creando auténticos “collages”.

 

11-picasso-bodegonLa-traición-de-las-imágenes-1929
El pintor surrealista Magritte emplea en sus bodegones elementos de uso cotidiano, con los que compone escenas que causan extrañeza, recurriendo una vez más al recurso a la paradoja con el que consigue suscitar efectos de desconcierto, sorpresa y misterio sin parangón en la pintura de su época. Así ocurre por ejemplo en su famosa obra La traición de las imágenes, a la que se refiere de la manera siguiente: “¿La famosa pipa? No se cansaron de hacerme reproches. Pero, ¿puede usted llenarla? No, claro. Se trata de una mera representación. Si hubiese puesto debajo de mi cuadro: Esto es una pipa, habría dicho una mentira”. La frase se trata de una explicación engañosamente simplista, porque alude a que la pintura no es la realidad sino sólo pintura.

Por último, el máximo representante del Pop Art, Andy Warhol, se convierte en autor de los nuevos bodegones del siglo XX. Warhol siempre manifestó que con su pintura quería representar la sociedad de su época, por cuanto a su juicio un pintor tiene la obligación de plasmar en sus obras la sociedad en la que le ha tocado vivir. En este sentido, las sopas y las verduras enlatadas, y las bebidas embotelladas, dicen más sobre nuestras costumbres, que la mayoría de los testimonios culturales. Las sopas Campbell, la Coca Cola, el detergente Brillo y el tomate Heinz representan una forma y un nivel de vida. Informan sobre la humanidad en la segunda mitad del siglo XX, sobre las técnicas de producción y conservación, así como sobre las costumbres alimenticias colectivas, en definitiva, sobre las formas humanas de comportamiento, algo que será estudiado con sumo interés por los antropólogos del futuro. Cuando Warhol eligió los botes de sopa Campbell o las botellas de Coca Cola, como motivos de su arte, los elevó a la categoría de verdaderos iconos de la cultura contemporánea. Esto fue posible merced a la decisión de un artista que, por así decirlo, los ennobleció y les concedió el rango de obras de arte. Al trasladarlas al lienzo, las elevó artísticamente y las condujo de los supermercados a las galerías de arte. En definitiva, “el gran mérito de Warhol no fue pintar cincuenta latas de sopa, sino la idea de pintar cincuenta latas de sopa” llegó a afirmar Marcel Duchamp.
CocacolaCajas de brillo. Bodegón pop en escultura

No hay comentarios:

Publicar un comentario